sábado, 30 de abril de 2016

La construccion del ser

Garabateando entre cuadernos, pizarrones y paredes, ella deja volar libremente su imaginacion.
Juguetea con crayones, fibras y pinceles, dandole prioridad a diversos colores: "Violeta, mi color preferido" sentencia, para luego rematar con un bello y reconfortante: "Es hermoso".
De vez en cuando le presto mis manos para ayudarla a construir sus mundos imaginarios. Pero cuando se encuentra sola, su creatividad no conoce de limites, y por medio de grafismos, les da vida a seres mitologicos, animales, ciudades y demas cosas. Solo la forma con la que se maneja, lo deja a uno boquiabierto, y su inocencia (tan olvidada por nosotros, los adultos) hacen que esos mundos que construye sean su refugio y el comienzo de su viaje.
Logro recordar ese dia (en el que seguramente me encontraba haciendo algo no tan importante seguro) y escucho que me llama (¡como resistirse a sus palabras y a esa voz por momentos encantadora!) subo las escaleras y al llegar a su puerta, me señala hacia un rincon con una sonrisa enorme en su boca (que por cierto ya no cabia en su pequeño rostro) orgullosa de la obra que habia plasmado en una de las paredes de su cuarto: "Mira papá, la luna".
Giro la cabeza y de pronto nos encontramos en un vacio (uno de sus tantos mundos imaginarios pienso). Desaparecen las paredes de hormigon y el cielo invade el lugar para invitarnos a remontar esa luna hacia el lugar que pertenece, para que logre asi cuidar a aquellas que ya no estan pero que muy bien nos guian.




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